Evangelio del día 1 de Julio de 2025.

Mateo 8,23-27

En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron.

En esto se produjo una tempestad tan fuerte, que la barca desaparecía entre las olas; él dormía. Se acercaron y lo despertaron gritándole: «¡Señor, sálvanos, que perecemos!».

Él les dice: «¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?».

Se puso en pie, increpó a los vientos y al mar y vino una gran calma. Los hombres se decían asombrados: «¿Quién es este, que hasta el viento y el mar lo obedecen?».

Hoy nos fijamos en la frase:

”¡Señor, sálvanos, que perecemos!”.

En este evangelio podemos vernos reflejados hoy los cristianos perfectamente.

Sabemos que Jesús está ahí con nosotros, pero los tiempos que corren son de gran tempestad y tenemos miedo.

Por un lado saber que el Señor está siempre con nosotros nos debe de tranquilizar, pero el miedo no es un buen consejero para nada.

Aunque el Señor parezca en estos momentos que está dormido y ausente en estos momentos que nos toca vivir, nuestra fe nos dice que no hay tempestad que pueda con su presencia, con su amor, misericordia y perdón, que nos proporciona paz y felicidad en la verdad de la salvación.

¿Qué podemos hacer nosotros, débiles ante ataques y nuestra fragilidad?

Solamente una cosa. Embarcarnos con Él, seguirle sin condicionamientos, amarle sin medida como Él nos ama, confiar siempre en su Palabra. Nos lo ha dicho muchas veces “¡No tengáis miedo!” “Yo estoy siempre con vosotros”.

Señor, ayudamos a transformar nuestro miedo en amor a Ti y a los hermanos.

Señor, no permitas que dudemos y perezcamos, salvamos.

Adorado sea el Santísimo Sacramento.

Sea por siempre Bendito y Alabado.                                               FVR.