Evangelio del día 2 de Septiembre de 2025.

Lucas 4, 31-37
En aquel tiempo, bajó Jesús a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba. Se quedaban asombrados de su enseñanza, porque su palabra estaba llena de autoridad. Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu de demonio inmundo y se puso a gritar con fuerte voz: «¡Basta! ¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios». Pero Jesús le increpó diciendo: «¡Cállate y sal de él!». Entonces el demonio, tirando al hombre por tierra en medio de la gente, salió sin hacerle daño.
Quedaron todos asombrados y comentaban entre sí: «¿Qué clase de palabra es esta? Pues da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen». Y su fama se difundía por todos los lugares de la comarca.
Hoy nos fijamos en la frase:
“Se quedaban asombrados de su enseñanza, porque su palabra estaba llena de autoridad.”
Jesús enseña con autoridad. Enseñaba y sigue enseñándonos con palabras que asombran, que son perfectamente comprendidas por nosotros y perfectamente actuales en nuestro tiempo.
Su Palabra está llena siempre del amor de Dios, del servicio a los demás, de bondad con quien lo necesita. No son palabras de autoritarismo, sino de servicio, de enseñanza de lo que podemos obrar nosotros en los demás si lo hacemos con fe y confianza, con amor y caridad y con esperanza de hacer un mundo mejor.
Ciertamente Jesús utiliza su autoridad para expulsar demonios. Es una autoridad liberadora del mal humano, de nuestras miserias, debilidades y pecados.
Jesús, quiere que utilicemos también esa autoridad liberadora, para que hagamos el bien en lugar del mal. Para que seamos ejemplo ante los demás y puedan preguntarse ¿Qué clase de personas son los cristianos, que siguen a un Dios que tiene Palabras de Vida Eterna?
Señor, hoy queremos seguirte con todas nuestras fuerzas, nuestro amor al prójimo y anunciar tu Palabra. Queremos reconocerte como “el Santo de Dios”.
Adorado sea el Santísimo Sacramento.
Sea por siempre Bendito y Alabado. FVR.
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