Evangelio del día 20 de Noviembre de 2025.

Lucas 19, 41-44

En aquel tiempo, al acercarse Jesús y ver la ciudad, lloró sobre ella, mientras decía: «¡Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está escondido a tus ojos.

Pues vendrán días sobre ti en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco de todos lados, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el tiempo de tu visita».

Hoy nos fijamos en la frase:

            “al acercarse Jesús y ver la ciudad, lloró sobre ella”

Jesús lloró al acercarse a Jerusalén y comprobar que no le reconocían como Hijo de Dios, como Mesías, como Príncipe de la Paz.

Al mundo y la Iglesia de este momento, también se está asomando constantemente Jesús, y seguramente también está llorando.

Si de verdad los hombres de hoy reconociéramos que su Palabra, su vida y forma de actuar conducen a la paz, no tendríamos un mundo dividido, enfrentado y que se autodestruye.

Estamos cerca de la Navidad, cantamos noche de paz. ¿Y dónde está la paz?, ponemos luces, intentamos tener felicidad con reuniones, comidas, regalos, gastos, fiesta, ¿pero estamos en paz con Dios y con los hermanos?

Si fuéramos capaces de tomar en serio las palabras del Señor y le reconociéramos llegaría a nosotros la paz.

En estos momentos donde hay varias guerras declaradas, y otras que ni conocemos, donde se ejerce la violencia y se persigue a comunidades cristianas o de otras religiones, donde se ejerce la violencia sobre las mujeres, se aprueban leyes que permiten la muerte de inocentes y no corrigen la injusticia; el proyecto que nosotros tenemos que llevar al mundo es: trabajar según los mandamientos de Dios; servir al Evangelio tendiendo puentes de dialogo; fomentar la familia y la amistad entre las personas y los pueblos; llevar el mensaje de Jesús para que reine la paz y el amor.

 Señor, queremos llorar hoy contigo por la violencia que vemos que hay en el mundo, reconocerte siempre en los hermanos, que se llena nuestro corazón y el mundo entero de tu paz.

Adorado sea el Santísimo Sacramento.

Sea por siempre Bendito y Alabado.                                               FVR.