Evangelio del día 23 de Julio de 2025.

Juan 15, 1-8
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.»
Hoy nos fijamos en la frase:
“permaneced en mí” “sin mí no podéis hacer nada”
Hoy el Señor nos pide unión, comunión, fidelidad y amor incondicional para seguirle, dar fruto y gloria al Padre.
¿Cómo nos pide que lo hagamos?
Tan sencillo como lo expresa en las dos frases que hemos elegido “permaneced en mí”. Si estamos unidos a Él, en comunión con Él y con los hermanos, sobre todo los más necesitados, nuestra vida dará fruto abundante.
La segunda frase elegida “sin mí no podéis hacer nada” nos está indicando claramente, que esa unión, permanencia en Él y el seguimiento de su Palabra, es lo que nos ayuda a transmitir a los demás el Reino de Dios. Todo lo que hagamos tiene que estar guiado por esa comunión con Jesús, sin atribuirnos ningún mérito a nosotros, pues separados del Señor, como los sarmientos de la vid, nuestra vida y nuestro trabajo deja de ser fructífero.
Por eso nos dice también que pidamos lo que deseemos. Entendiendo que lo que deseemos es ayuda para que estando unidos al Señor y a los hermanos, nuestra vida sea una vida de gracia, y nuestras acciones estén siempre encaminadas a dar fruto para ser discípulos ejemplares.
Hoy humildemente confesamos que no siempre sabemos estar unidos a ti y que nos conducimos por criterios humanos que no dan fruto ni glorifican a Dios, por eso queremos pedirte que nos riegues con tu Espíritu, para que nos guíes y permanezcas siempre en nosotros.
Adorado sea el Santísimo Sacramento.
Sea por siempre Bendito y Alabado. FVR.
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