Evangelio del día 23 de Septiembre de 2025.

Lucas 8, 19-21
En aquel tiempo, vinieron a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él. Entonces le avisaron: «Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte».
Él respondió diciéndoles: «Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».
Hoy nos fijamos en la frase:
“Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen”
Ayer nos decía Jesús “Mirar” hoy nos pide “escuchar” y “cumplir”.
Escuchar la Palabra de Dios es importante, pero ¿Nos detenemos a meditarla? ¿Hacemos un hueco, un rato cada día para saborearla, para entenderla?
Nosotros los adoradores nocturnos, deberíamos entender bien estas preguntas y casi tenerlas contestadas. En los minutos de silencio ante Jesús Sacramentado en nuestras Vigilias, es el momento de masticar y digerir en nuestro corazón las lecturas que escuchamos.
Quizá, tengamos un problema. Vemos que este Evangelio es breve, que Jesús nos pone parábolas y ejemplos sencillos para que entendamos. Y nosotros en nuestras vigilias, a veces nos empeñamos en hacer lecturas largas y un tanto difíciles de entender. ¿No sería mejor, escoger cosas sencillas, cosas actuales y meditar sobre ellas? Así sería más sencillo, salir a cumplir, hacer luego familia.
Hemos de ser sinceros con nosotros mismos. Si escuchamos y no se nos ha quedado nada grabado en el corazón ¿Qué cumplimiento vamos a hacer luego? ¿Cómo vamos a salir a continuar la vida fuera, si no se nos ha quedado grabado algo que nos interpele, que nos ayude a amar a los demás?
Muchas interrogantes se nos plantean a la vista de estas dos cuestiones, escuchar y cumplir. Y podríamos añadir, guardar y mirar luego en nuestro corazón.
Si entendemos bien la respuesta de Jesús, vemos que nos dice que todos somos una familia, todos somos hermanos, todos tenemos una misma madre, la suya María. Y pertenecer a esa familia solo se consigue escuchando la Palabra, cumpliendo sus enseñanzas y amándonos unos a otros como Dios nos ama.
Señor, queremos ser atentos oyentes de tu Palabra, y acogiéndola en nuestro corazón con fe, con verdadera caridad y esperanza, nos convirtamos en fieles cumplidores del Evangelio y en la familia que deseas que sea el mundo.
Adorado sea el Santísimo Sacramento.
Sea por siempre Bendito y Alabado. FVR.
Deja una respuesta