Evangelio del día 3 de Julio de 2025.

Juan 20, 24-29
Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. Pero él les contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré”.
Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”.
Luego le dijo a Tomás: “Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano; métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree”. Tomás le respondió: “¡Señor mío y Dios mío!” Jesús añadió: “Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto”.
Hoy nos fijamos en la frase:
“¡Señor mío y Dios mío!”
Esta exclamación de Tomás, después de haber dudado de lo que le contaban sus compañeros, es una gran acto de fe y una de las pocas veces que nos dicen que un discípulo reconoce a Jesús como Dios “¡Señor mío y Dios mío!”.
¡Qué hermosas palabras las de Tomás! ¡Qué gran lección la de Jesús a Tomás!
Jesús que conoce hasta el más íntimo pensamiento de Tomás y de todos nosotros, no espera a ver si Tomás se convence con lo que le cuentan, Él se presenta ante Tomás con la misma naturaleza de hombre que le conocía. Esto es un acto inmenso de amor del Señor ante las dudas del discípulo que quiere pruebas, que no se fía de sus compañeros, que no puede comprender todavía la Resurrección de Jesús.
La dicha de Tomás por poder verle, se convierte en una bienaventuranza para todos nosotros cuando le dice “Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto”..
Señor, reñiste con cariño a Tomas por su incredulidad y te mostraste para que creyera, nosotros adoradores nocturnos, sabemos que estás presente en la Hostia Consagrada, no permitas que dudemos nunca de ti y danos la gracia de tener una fe firme y que siempre tengamos presente la exclamación de alabanza y reconocimiento de tu divinidad de Tomás ¡Señor mío y Dios mío!
Adorado sea el Santísimo Sacramento.
Sea por siempre Bendito y Alabado. FVR.
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