Evangelio del día 30 de Mayo de 2025.

Juan 16, 20-23a
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.
La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre.
También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada».
Hoy nos fijamos en la frase:
”vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre”
Jesús sigue diciendo a los discípulos lo que les va a costar seguirle, también esta frase es para nosotros y para todos los tiempos. No quiere engañarnos. Tomar su Cruz, supone sacrificio, y en muchos casos va a suponer peligros, críticas desmesuradas, desprecio, odio, rechazo por ser sus seguidores.
Nosotros, que confiamos en Él, que con fe y con esperanza nos entregamos a seguir sus enseñanzas, aunque a veces tengamos debilidades, sabemos que la vedad está en el Señor, que su amor y misericordia es infinita. Defender la Verdad y su Palabra supone vivir en este mundo pero sabiendo que la vida eterna no está en este mundo.
Por eso nos dice que nos tocará llorar y lamentarnos. En principio porque ya no le tenemos cerca, ya no le vemos porque se ha ido al Padre y también porque defenderle y seguirle nos traerá problemas. Pero todo esto se convertirá en alegría, porque el volverá. También nos ha dicho: “no tengáis miedo” “yo estaré siempre con vosotros”
El mundo estará alegre, porque si esta en este mundo y es incapaz de entender el amor de Dios y que ese amor nosotros tenemos que llevarlo a todos los corazones. El mundo está lleno de envidias, soberbias, violencias, ansias de poder y dinero; lleno de ídolos, de placeres inmediatos y superficiales; lleno de indiferencia ante lo religioso… Así es difícil que pueda comprender el amor de Dios, que pueda vivir la alegría cristiana de la fe, la esperanza en una vida nueva y la caridad fraterna, por eso la alegría del mundo es efímera, momentánea, no duradera, y surge la desesperación, la incomprensión… y al final el dolor. En cambio para nosotros los creyentes en el Señor, primero será el dolor, que por su amor se convierte en la alegría final.
Señor, ayúdanos a cargar con alegría la cruz de cada día. Te damos gracias porque estás siempre con nosotros. Queremos que el Espíritu Santo nos ilumine para ser portadores del Amor y alegría que nos das para compartirlo con los demás.
Adorado sea el Santísimo Sacramento.
Sea por siempre Bendito y Alabado. FVR.
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