Evangelio del día 5 de Septiembre de 2025.

Lucas 5, 33-39
En aquel tiempo, los fariseos y los escribas dijeron a Jesús: «Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber».
Jesús les dijo: «¿Acaso podéis hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, entonces ayunarán en aquellos días».
Les dijo también una parábola: «Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque, si lo hace, el nuevo se rompe y al viejo no le cuadra la pieza del nuevo.
Nadie echa vino nuevo en odres viejos: porque, si lo hace, el vino nuevo reventará los odres y se derramará, y los odres se estropearán.
A vino nuevo, odres nuevos. Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: “El añejo es mejor”».
Hoy nos fijamos en la frase:
“A vino nuevo, odres nuevos”
De nuevo fariseos y escribas quieren poner a Jesús en el compromiso de comparar lo establecido, la ley antigua, con la que Él ha venido a traer, a enseñarnos y a mejorar sin abolir los preceptos buenos.
Jesús trae otra forma de entender la vida. Y esa forma no se basa en el mero cumplimiento de leyes y preceptos, sino en la apertura del corazón, la libertad, el amor, la fraternidad y la esperanza en un mundo mejor.
¿Cuál es la enseñanza, y que nos pide?
Renovación interior, conversión, cambiar para poder seguir, comprender y saborear sus enseñanzas cada uno en el tiempo en que le toca vivir.
Cambiar desde el interior, supone adoptarse a la sociedad en cada momento, sin renunciar a lo principal, Jesús, el Evangelio, el Magisterio de la Iglesia. Lo contrario es quedarse en los odres viejos y el remiendo de la tela ya ajada que va a entorpecer y seguramente estropear lo nuevo; que se va a acomodar a la práctica ritual, al ayuno establecido, a la religiosidad sosa, sin luz, sin llama viva, que ni renueva, ni sala ni ilumina, ni da calor a la vida cristiana.
El Papa Francisco en la exhortación “La alegría del Evangelio” nos dice: “Él siempre puede, con su novedad, renovar nuestra vida y nuestra comunidad y, aunque atraviese épocas oscuras y debilidades eclesiales, la propuesta cristiana nunca envejece. Jesucristo también puede romper los esquemas aburridos en que pretendemos encerrarlo y nos sorprende con su constante creatividad divina”.
Como cristianos y como adoradores nocturnos hoy deberíamos hacernos algunas preguntas:
¿Qué ayuno tenemos que practicar en la sociedad actual?
¿Me siento invitado a vivir y renovar mi religiosidad (vigilias) con alegría, con gozo y esperanza, o vivo la fe como algo rutinario y de mero cumplimiento de lo establecido?
Señor, hoy queremos pedirte, que nos ayudes a salir de los esquemas, ritos y trámites aburridos y rutinarios, que comprendamos que el verdadero Evangelio eres Tú, tu vida, enseñanzas y ejemplo a seguir.
Adorado sea el Santísimo Sacramento.
Sea por siempre Bendito y Alabado. FVR.
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