Evangelio del día 7 de Noviembre de 2025.

Lucas 16, 1-8
En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un administrador, a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: “¿Qué es eso que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque en adelante no podrás seguir administrando”. El administrador se puso a decir para sí: “¿Qué voy a hacer, pues mi señor me quita la administración? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa”.
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: “¿Cuánto debes a mi amo?”. Este respondió: “Cien barriles de aceite”. Él le dijo: “Toma tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta”. Luego dijo a otro: “Y tú, ¿cuánto debes?”. Él dijo: “Cien fanegas de trigo”. Le dice: “Toma tu recibo y escribe ochenta”. Y el amo alabó al administrador injusto, porque había actuado con astucia. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la luz.
Hoy nos fijamos en la frase:
“había actuado con astucia”
Hoy nos toca discernir sobre la manera de obrar del administrador infiel, y lo que Dios quiere decirnos a nosotros.
El administrador sabe que ha obrado mal y busca la forma de no perderlo todo. Podríamos pensar que busca la forma de redimir su pecado.
El Señor, no alaba la gestión. Dios es justo y no podría alabar que haya derrochado sus bienes, lo que alaba es la astucia para al menos ganar algunos amigos que puedan acogerle en la desgracia.
¿Qué nos pide a nosotros Dios?
En primer lugar que seamos administradores fieles de los dones que nos entrega. Que no los malgastemos y derrochemos. Que no los pongamos en segundo lugar ni los utilicemos ocasionalmente o cuando nos conviene a nosotros.
En segundo lugar que seamos inteligentes a la hora de utilizar esos dones, que los utilicemos agudeza mental y con cautela. Que pongamos nuestro corazón en una balanza que se incline siempre del lado del Señor.
En tercer lugar que nuestra astucia la utilicemos para desgastarnos en el amor a Dios y a los hermanos. Y ese gastarse por el Reino, es la inversión segura que tenemos que hacer con buen ánimo, con mucha energía y gran creatividad para que el Evangelio triunfe.
Señor, nos comprometemos a ser administradores de los dones que nos entregas y con tu ayuda proclamar tu Palabra, para que nos vean como hijos de la luz verdadera.
Adorado sea el Santísimo Sacramento.
Sea por siempre Bendito y Alabado. FVR.
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