Evangelio del día 8 de Mayo de 2025.

Juan 6, 44-51
En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío: «Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado, Y yo lo resucitaré en el último día.
Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios”. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí.
No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna.
Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre.
Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».
Hoy nos fijamos en la frase:
“Yo soy el pan de la vida.”
Seguimos con la lectura del evangelio de San Juan, en el que vemos como Jesús sigue dándonos dos mensajes importantísimos para la vida cristiana: en primer lugar sigue hablándonos del alimento necesario para la vida eterna, para nuestra salvación; y ese alimento es Él “Yo soy el pan de la vida.”. Su Cuerpo y su Sangre son el alimento espiritual que junto a la Palabra hacen que nuestra vida cobre un nuevo sentido, una nueva dimensión y nos abra el corazón hacía una vida futura distinta.
Pero, esa relación íntima con Jesús, cuando le Comulgamos, nos ha de llevar además y especialmente a la comunión y fraternidad con los hermanos, si no es así, es como si a nuestra vida le faltara la mitad del cumplimiento y las enseñanzas que Él nos ha dejado.
En segundo lugar sigue insistiendo, en que para ir al Padre y creer en la vida eterna, hay que ir y creer en Él que es el que está junto a Dios y ha venido de Dios. Esta segunda parte nos tiene que hacer reflexionar, sobre la necesidad que tenemos de ser ayudados por Dios; de la necesidad de la gracia de Dios para alcanzar la fe en Jesús nuestro salvador y alcanzar la vida eterna.
Señor, hoy queremos pedirte que nos ilumines con tu Palabra y con la Eucaristía para que tengamos fuerzas para seguirte y anunciar el Reino de Dios.
También te rogamos que envíes el Espíritu Santo a los Cardenales que han de elegir al sucesor de Pedro, para que iluminados por Él, elijan al que sea más conveniente para que esta Iglesia peregrina, camine siempre en la verdad, y el amor que Tú has depositado siempre en ella.
María, Madre de la Iglesia, confiamos en tu intercesión ante tu Hijo, para que la cristiandad siga extendiéndose a todos los hombres y que surja del conclave que se está celebrando el Pastor que necesita la Iglesia.
Adorado sea el Santísimo Sacramento.
Sea por siempre Bendito y Alabado. FVR.
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