Evangelio del día 21 de Abril de 2025.

San Mateo 28, 8-15

En aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos.

De pronto, Jesús salió al encuentro y les dijo: «Alegraos».

Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él.

Jesús les dijo: «No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán».

Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles: «Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernados, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros».

Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.

Hoy nos fijamos en las frases:

“Alegraos”

 “No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán”

Es evidente que la Resurrección es motivo de alegría. Es el gran acontecimiento para los cristianos.

Jesús sale siempre a nuestro encuentro, quiere que nos renovemos interiormente, que pongamos siempre el corazón al servicio del Reino.

Jesús Resucitado sigue actuando como antes. No se presenta ante los poderosos, sabios, ricos, o ante los sumos sacerdotes y ancianos que dirigían al pueblo. Sale al encuentro de unas mujeres valientes; iban a visitar la tumba, fueron fieles a las Palabras que Él les había dicho; sabiendo que en aquella sociedad ser mujer significaba muy poco o nada, que su testimonio no tenía ningún valor. Jesús quiere mostrarles que está vivo, que tienen que ser las primeras testigos de su Resurrección.

 Alegraos, tenéis que ser mis testigos, es la primera misión que Jesús da después de resucitar.

No temáis: es de suponer que estarían tan asustadas, que la alegría no podría surgir sin reconocerle y, parece que le reconocieron, se postraron y le adoraron. Seguramente esta es la primera adoración a Jesús después de la Resurrección, y adoración a Él en persona. ¡Qué suerte tuvieron aquellas mujeres!

“Id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán”. Les encomienda la misión de comunicar, ¿a quién? a sus hermanos –sus hermanos somos todos nosotros, desde el momento que vino a salvar a todos los hombres, “allí me verán”. Quiere aparecerse a los discípulos en Galilea para que crean que ha resucitado.

A nosotros que no le podemos ver, se nos aparece en aquellos que Él amaba más: en los pobres, excluidos, abandonados, perseguidos y los que nos persiguen, los que no creen…

Hoy tenemos que ponernos en el lugar de las mujeres y encontrarnos con Jesús. Tenemos que escuchar sus palabras y alegrarnos, no tener miedo e ir a anunciar que ha Resucitado a todos los hombres.

¿Me alegro de ser cristiano, de seguir al Resucitado?

¿Estoy actuando como testigo de la Resurrección de Jesús?

¿Tengo miedo, me avergüenzo y me dejo influir por las corrientes modernistas de la actual sociedad?

Adorado sea el Santísimo Sacramento.

Sea por siempre Bendito y Alabado.                                               FVR.