Evangelio del día 20 de Mayo de 2025.

Juan 14, 27-31a
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no turbe vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro lado”. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis.
Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el príncipe del mundo; no es que él tenga poder sobre mí, pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que, como el Padre me ha ordenado, así actúo yo»
Hoy nos fijamos en las frases:
“La paz os dejo, mi paz os doy”
“Que no turbe vuestro corazón ni se acobarde.”
Otra de las frases importantes de Jesús en su despedida de los discípulos, “La paz os dejo, mi paz os doy”. Nos deja su paz, nos da la paz que es Él mismo, que es su ejemplo de vida a seguir, que es el amor que nos entrega y que nosotros tenemos que practicar con fe, esperanza y caridad. Fe en sus palabras, esperanza en la confianza absoluta de que seguirle es el camino para la paz en nuestro corazón y caridad en comprender y fraternizar con todos los hombres.
Las primeras palabras de León XIV precisamente han sido “¡La paz esté con todos ustedes!”, y con ello ha querido pedir y desear la paz a todo el mundo.
El don de la paz tenemos que implorarlo del Señor no solo para las guerras, que son el ejemplo más claro del egoísmo, de las ansias de poder, de la imposición de las ideas y el dominio del hombre por la fuerza, sino que tenemos que pedirla al Señor para nuestras tribulaciones, desesperanzas, desamores, dudas espirituales…
La paz de Jesús es duradera, es vivir el cristianismo con alegría, con espíritu de servicio a los hermanos, siendo portadores de esperanza en el amor de Dios y con verdadera hermandad. La paz del mundo es todo lo contrario, es efímera, sabemos que la mayoría de las veces está basada en una correlación de fuerzas e intereses mundanos, es una paz que ofrece la inmediatez de la abundancia, el bienestar, la diversión y el placer, y muchas veces el dominio de unos sobre otros, subestimando a muchos hombres para que otros tengan más y más. La paz del mundo olvida dos cosas fundamentales: el amor y la fraternidad.
Como humanos y débiles que somos, ante las circunstancias que nos toca vivir, podemos caer en la tentación de desesperar, cuando vemos que el mundo no cambia, que parece que va a peor. También cuando vemos que en nuestra vida diaria, familiar, en nuestro movimiento cristiano, las cosas siguen igual o van diluyéndose.
Para nosotros Adoradores Nocturnos, tiene que tener una especial importancia esta frase de Jesús “Que no turbe vuestro corazón ni se acobarde.”. Es cierto que vivimos tiempos difíciles, duros; como en toda la Iglesia los fieles disminuyen.
¿Estamos cayendo en una falta de confianza en Dios?
¿Estamos acobardados, negativos y sin esperanza?
¿Se turba nuestro corazón y nos sentimos abandonados por el Señor?
Cada uno debemos contestar a estas preguntas.
Si hemos perdido confianza en Dios, es que nuestra fe está muy floja y nuestro amor en mínimos.
Si estamos acobardados y negativos, es que estamos influenciados por el mundo, arrastrados por las tendencias woke, poshumistas y posmodernistas, donde Dios no está y todo quiere ser sustituido por la ciencia y lo empírico.
Si se turba nuestro corazón, es que no lo estamos haciendo bien. Seguramente nuestra oración no es intensa, sino cumplidora y nuestra fe no es fuerte porque nos falta una confianza ciega en la Palabra de Dios; por eso nuestra esperanza flaquea y nos dejamos llevar por lo negativo, por lo que tanta veces oímos en las reuniones ¿pero cómo vamos a conseguir esto o lo otro, en nuestro caso traer más adoradores? Recordemos que “para Dios no hay nada imposible” si se lo pedimos con fe.
La paz que Cristo nos da, no puede ser una paz triste, negativa, desconfiada y sin esperanza. Tenemos que hacer un giro de ciento ochenta grados y ser cristianos, alegres, positivos, esperanzados y confiados en el Señor, no en nuestras fuerzas. Tenemos que ponernos y poner al mundo del otro lado, del lado del amor.
Señor sabemos que sin tu ayuda nosotros no somos nada, solo podemos ofrecernos humildemente a ti para que tu obres en nosotros aquello que más conviene a tu Iglesia. Por eso queremos pedirte la paz para el mundo y el corazón de todos los hombres.
Adorado sea el Santísimo Sacramento.
Sea por siempre Bendito y Alabado. FVR.
Deja una respuesta