Evangelio del día 26 de Junio de 2025.

Mateo 7,21-29
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
Aquel día muchos dirán:
«Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre y en tu nombre hemos echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?».
Entonces yo les declararé: «Nunca os he conocido. Alejaos de mí, los que obráis la iniquidad».
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande».
Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad, y no como sus escribas.
Hoy nos fijamos en la frase:
”aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca”
Hoy Jesús nos interpela sobre nuestra forma de seguirle, sobre cómo aplicamos sus enseñanzas en nuestra vida. ¿Si afianzamos nuestra vida sobre la roca firme de las obras o sobre la arena de una piedad falta de compromiso?
Nos dice que no es suficiente orar con piedad, escuchar la Palabra, asistir a los actos litúrgicos, celebrar la Eucaristía, si después nuestra vida no pone en práctica sus enseñanzas. Son palabra duras para que las meditemos “No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo”.
Lo que nos dice Jesús, es que a pesar de nuestras dificultades y debilidades si no convertimos su Palabra en obras, nuestra vida no se está construyendo firmemente en la fe y el amor. Y por lo tanto cuando vengan las dudas y dificultades será difícil mantenernos a su lado.
Por eso nos pide que edifiquemos nuestra vida sobre la roca viva y fuerte que es el Evangelio, que es imitar en lo posible sus enseñanzas, que nos ayudaran a transfórmala poco a poco.
Nuestra vida no se puede quedar solo en el fervor y en las celebraciones. Tiene que ser una vida realizada en comunidad, fraternidad y amor, para que no pueda ser derribada por las tempestades.
Señor, los adoradores nocturnos, ponemos nuestros cimientos en la adoración y la oración, pero necesitamos tu ayuda para una vez alimentados y llenos de tu Espíritu, salir renovados y transformados, para obrar según tus enseñanzas.
Adorado sea el Santísimo Sacramento.
Sea por siempre Bendito y Alabado. FVR.
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