Evangelio del día 26 de Julio de 2025.

Mateo 13, 24-30
En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente: «El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras los hombres dormían, un enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo: “Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?”. Él les dijo: “Un enemigo lo ha hecho”.
Los criados le preguntan: “¿Quieres que vayamos a arrancarla?”. Pero él les respondió: “No, que al recoger la cizaña podéis arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y cuando llegue la siega diré a los segadores: arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero”».
Hoy nos fijamos en la frase:
“Dejadlos crecer juntos hasta la siega”
Hoy podemos ver esta realidad en nuestro mundo y en nosotros mismos. El bien crece junto al mal.
¿Qué conclusión podemos sacar nosotros de esta parábola?
Lo primero es mirar nuestro corazón y darnos cuenta que en nosotros conviven el trigo y la cizaña, el bien y el mal. Nuestra primera misión es procurar que el camino del bien se afiance en el corazón para ir rechazando el mal.
Lo segundo sería ir comunicando lo bueno, lo grande que es vivir en la verdad que el bien procura frente al mal.
¿Qué nos enseña Jesús en esta parábola?
Varias cosas fundamentales para nuestra vida de cristianos:
Sembrar, sembrar siempre buenas cosas, buenos ejemplos, amor, fraternidad, perdón. El enemigo ya se encargará de la cizaña.
Paciencia, no debemos impacientarnos, querer resultados inmediatos. No desesperar ni agobiarnos por el mal que nos rodea. No intentar cortar la cizaña sino rodearla de lo bueno para que se vaya convirtiendo. Jesús nos dice que el Padre es paciente con sus hijos, que quiere y espera su conversión, por eso hay que esperar hasta el final de la cosecha.
Misericordia, eso es lo que Jesús nos está enseñando fundamentalmente en esta parábola. La actitud paciente del Señor con nosotros, pecadores y débiles, que no quiere condenarnos, sino que nos convirtamos y demos buenos frutos. La paciencia y la misericordia del Señor nos otorgan tiempo suficiente para que triunfe el bien sobre el mal.
La paciencia del Señor es la que nos pone en el camino de la salvación y la misericordia la que nos otorga el perdón.
También nos habla de los criados que quieren cortar la cizaña. El Señor no quiere que seamos impacientes e intolerantes con nosotros mismos y con los demás, no quiere que juzguemos y condenemos. Quiere que entendamos bien la primera parte de la parábola, siembra, paciencia y misericordia.
Señor queremos agradecerte tu Palabra, tu paciencia y tu perdón; por amarnos y acógenos como somos. Ayúdanos a desterrar la cizaña de nuestros corazones y del mundo entero.
Adorado sea el Santísimo Sacramento.
Sea por siempre Bendito y Alabado. FVR.
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