Evangelio del día 5 de Diciembre de 2025.

Mateo 9, 27-31

Cuando Jesús salía de Cafarnaúm, lo siguieron dos ciegos, que gritaban: “¡Hijo de David, compadécete de nosotros!” Al entrar Jesús en la casa, se le acercaron los ciegos y Jesús les preguntó: “¿Creen que puedo hacerlo?” Ellos le contestaron: “Sí, Señor”. Entonces les tocó los ojos, diciendo: “Que se haga en ustedes conforme a su fe”. Y se les abrieron los ojos. Jesús les advirtió severamente: “Que nadie lo sepa”. Pero ellos, al salir, divulgaron su fama por toda la región.

Hoy nos fijamos en la frase:

            “Y se les abrieron los ojos”

Gritar, pedir compasión, reconocer a Jesús como Hijo de Dios. Esto es lo que hacen los ciegos del evangelio. ¿Y nosotros, hacemos lo mismo con nuestras cegueras?

Muchas veces nuestro corazón, está en otras cosas que no son Jesús. Nuestro corazón está distraído y a veces en la oscuridad.

Entonces conviene que sigamos a Jesús y gritemos, Señor creemos que tú puedes curar nuestra oscuridad, que tú puedes sanar nuestras autocomplacencias y desvíos.

Acudir a Él con la oración sincera y el corazón abierto para dejarle entrar y que ilumine. Decirle “Si Señor” yo creo que tú puedes curarme.

Dejarnos tocar en lo más íntimo, para que se nos abran los ojos de la fe y luego ir como los ciegos del evangelio a proclamar la compasión, la bondad y la misericordia de nuestro Dios.

Hoy queremos gritar, Jesús tu eres el Hijo de Dios, compadécete de nosotros, cura las heridas de nuestros corazones. Creemos firmemente que puedes sanarnos.

Adorado sea el Santísimo Sacramento.

Sea por siempre Bendito y Alabado.                                               FVR.