Evangelio del día 10 de Mayo de 2025.

Juan 6, 60-69
En aquel tiempo, muchos de los discípulos de Jesús dijeron: «Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?».
Sabiendo Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: «¿Esto os escandaliza?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y, con todo, hay algunos de entre vosotros que no creen».
Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar.
Y dijo: «Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede».
Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.
Entonces Jesús les dijo a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?».
Simón Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios».
Hoy nos fijamos en la frase:
“¿También vosotros queréis marcharos?”
Hay varios puntos en este evangelio que necesitarían una meditación amplia y tranquila:
La forma de hablar de Jesús, nos resulta dura en nuestra vida acomodada y bastante individualista. Hacerle caso y seguirle es difícil si no es con una fe profunda, serena, reflexionada y consciente de donde está la verdadera vida, aunque esta suponga sacrificios.
Jesús sabe que a veces nos escandalizamos ante las exigencias de sus enseñanzas. Confiamos más en nuestras propias fuerzas que en Él que es el verdadero Espíritu de Vida y de Salvación. Nuestra fe flaquea, porque creer en Él es complicado. El seguimiento no es cuestión solamente de Misas, Eucaristía, rezos y ritos. Es responder personalmente a lo que nos pide cada día en nuestra vida. Es amar a Dios y a los hermanos como a uno mismo, incluso a los enemigos y, esto es difícil para nuestra pobre condición humana, sin su ayuda.
Otro punto, es la pregunta que todos debemos hacernos: “¿También vosotros queréis marcharos?”. ¿Qué le respondemos cada uno al Señor? Si tenemos el corazón bien abierto y dispuesto a seguirle, aunque nos cueste, aunque tengamos que sufrir y renunciar a muchas cosas, –seguir a Jesús supone sacrificios-, aunque nos critiquen y persigan, aunque no le comprendamos a veces y nuestras debilidades nos hagan caer, entonces estamos en el buen camino y nuestra fe se irá reforzando en la esperanza de alcanzar a verle un día en la vida eterna.
Si lo hacemos así, nuestra respuesta será como la respuesta de Pedro: “Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna;”. Acudir a Ti Señor nos llena de alegría, cambia nuestras vidas, ayuda nuestras dificultades, reconforta nuestras desilusiones y alivia nuestras debilidades, por eso sabemos que solo acudiendo a Ti podemos ser felices.
Hoy podemos preguntarnos nosotros:
¿Me escandalizo por lo que me pides o me fío de Ti?
¿Me resulta duro seguirte y abandono?
¿Soy positivo en la forma de seguirte y no pienso en las dificultades?
Adorado sea el Santísimo Sacramento.
Sea por siempre Bendito y Alabado. FVR.
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