Evangelio del día 13 de Agosto de 2025.

Mateo 18,15-20
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano.
En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos.
Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».
Hoy nos fijamos en la frase:
“donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”
El Señor además de pedirnos conversión y que le sigamos, nos enseña sobre cuestiones prácticas, sobre cosas que nos van a ocurrir y que tenemos que resolver.
En esta ocasión comienza por darnos una guía espiritual para resolver conflictos, diferencias, ofensas… con una verdadera fraternidad.
Primero, intentando individualmente corregir con amor y humildad, tratando de comprender al que nos pueda haber ofendido o se haya equivocado.
Segundo, no tratar de hacer acusaciones públicas, sino que sea parte de la comunidad la que trate el asunto de la misma manera, con verdadera fraternidad.
Tercero, que sea toda la comunidad la que trate el asunto y lo resuelva con verdadero amor y humildad, reconociendo incluso la dignidad y libertad de la persona. Y aunque da a la comunidad el poder de atar y desatar, siempre quedará al final la misericordia y el perdón de Dios Padre, que no nos abandona nunca.
Además de esta enseñanza o guía de cómo actuar, el Señor nos hace una promesa “donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Está claro que estando Él en medio de nosotros, el poder de la comunidad tiene valor y fuerza.
Él está siempre en nuestra vida, en nuestra comunidad. Vivir en unidad, ayudándonos unos a otros, actuando con fe, con amor, con caridad, sirviendo a los demás, apoyándonos en la oración, es el consuelo y recompensa aquí en la tierra.
Señor, queremos que siempre camines con nosotros, que tengamos como prioridad en nuestra vida, la certeza de tu presencia entre nosotros, la importancia del perdón y la reconciliación como medio de solucionar los conflictos y diferencias, y esta gran misión confiada a la comunidad cristiana.
Adorado sea el Santísimo Sacramento.
Sea por siempre Bendito y Alabado. FVR.
Deja una respuesta