Evangelio del día 27 de Septiembre de 2025.

Lucas 9, 43-45

En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, dijo Jesús a sus discípulos: «Meteos bien en los oídos estas palabras: el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres».

Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro, que no captaban el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.

Hoy nos fijamos en la frase:

            “Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.”

Hoy podemos comenzar preguntándonos nosotros ¿Tenemos miedo de conocer a Jesús en profundidad? ¿Tenemos miedo de su fracaso? “el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres”.

En este breve relato, vemos que Jesús es admirado, por sus palabras, sus milagros, su forma de vivir y enseñarnos como es la verdadera felicidad. Pero ni los discípulos de entonces, ni ahora entendemos bien eso de sufrir, de entregarse, de morir incluso por la verdad.

Y es que Jesús cuando habla, cuando actúa lo hace con autoridad. Pero no con la autoridad que nosotros conocemos de este mundo, poder, dinero, fama…, sino que actúa con la verdad, habla con la verdad, lo que dice lo hace; aquello que nos enseña, Él lo practica. Con su vida, su ejemplo nos muestra el camino feliz hacia la salvación. Y nos lo dice claramente, el camino del cristiano, si le seguimos de verdad, no es fácil. Él anuncia su muerte y resurrección.

Comprender el camino de Jesús anunciando el Reino, prometiéndonos la felicidad eterna, la salvación, nos puede resultar fácil, pero entender que para llegar a ello tenemos que olvidarnos de nosotros mismos, servir a los demás, amar incluso a nuestro enemigos aunque nos persigan e incluso entregar nuestra vida, es lo complicado de ser cristiano.

Por eso quizá hoy seguimos teniendo el mismo miedo que los discípulos de su tiempo a preguntarnos ¿Cómo es posible que todo un Dios sea capaz de entregar su vida, en lugar de reinar según nuestros criterios de poder? La respuesta es: que es un Dios amor, Padre de todo lo creado.

Señor, con humildad queremos confesar, nuestra dureza de corazón para entenderte, pero con tu ayuda estamos dispuestos a seguirte. Envíanos tu Espíritu para que abriendo bien los oídos y con el corazón bien dispuesto comprendamos que la única verdad está en Ti.

Adorado sea el Santísimo Sacramento.

Sea por siempre Bendito y Alabado.                                               FVR.