Evangelio del día 4 de Octubre de 2025.

Lucas 10, 17-24
En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron con alegría diciendo: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre». Él les dijo: «Estaba viendo a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado el poder de pisotear serpientes y escorpiones y todo poder del enemigo, y nada os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo».
En aquella hora, se llenó de alegría en el Espíritu Santo y dijo: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar». Y, volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: «¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron».
Hoy nos fijamos en la frase:
“los setenta y dos volvieron con alegría”
Alegría, gracias, revelación y bienaventuranza.
Los enviados vuelven alegres por haber cumplido la misión, por haber llevado la Palabra y haber realizado hechos extraordinarios en nombre del Maestro.
También Jesús le dice que han de estar alegres porque sus nombres ya están grabados en Cielo.
Todo lo que hacemos, los realizamos en nombre de Jesús y con su ayuda, por eso Él también se alegra en el Espíritu Santo y pronuncia esa bellísima oración al Padre “Te doy gracias, Padre,…”
Alegría también, porque son los pequeños, los humildes, los escogidos de Dios, los que le conocen y quienes conocen al Padre a través de Él. Son los escogidos para conocer en profundidad la revelación de la verdad.
Alegría por ser los bienaventurados que ven, oyen y son testigos de su vida.
Hoy podemos preguntarnos nosotros:
¿Cómo está nuestro corazón de alegre por haber sido escogidos como cristianos?
¿Damos gracia a Dios, porque nos ha dado la fe, por amarnos como hijos suyos?
¿Nos reconocemos como discípulos a los que se nos ha revelado la Palabra y el conocimiento de Jesús?
¿Nos sentimos Bienaventurados, porque podemos oír su Palabra, verle y recibirlo en la Eucaristía?
Celebramos hoy la fiesta de San Francisco de Asís. Señor, haz que imitemos a este gran Santo, amando a Dios y a todas las criaturas, con sencillez y humildad, siendo portadores de paz y transmisores de alegría a los más necesitados.
Adorado sea el Santísimo Sacramento.
Sea por siempre Bendito y Alabado. FVR.
Deja una respuesta