Evangelio del día 8 de Julio de 2025.

Mateo 9,32-38
En aquel tiempo, le llevaron a Jesús un endemoniado mudo. Y después de echar al demonio, el mudo habló.
La gente decía admirada: «Nunca se ha visto en Israel cosa igual».
En cambio, los fariseos decían: «Este echa los demonios con el poder del jefe de los demonios».
Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.
Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor».
Entonces dice a sus discípulos: «Las mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».
Hoy nos fijamos en la frase:
“rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies”
Dos cuestiones, que son dos enseñanzas: Jesús recorría todas las ciudades y aldeas enseñando y Jesús se compadecía de las muchedumbres que le seguían extenuadas.
Y una súplica para que todos nosotros pidamos al Señor: que envíe trabajadores a trabajar por el Reino.
Además Jesús devuelve el habla a un mudo y la gente se queda maravillada “nunca habían visto cosa igual”
¿Qué nos maravilla a nosotros de lo que hace Jesús? ¿Somos capaces de comprender lo que hace y lo que nos quiere decir?
Expulsa demonios, no descansa, recorre ciudades y aldeas, se compadece, trabaja por el Reino que ha venido a anunciar y por la salvación de todos los hombres; y eso es lo que nos pide que hagamos nosotros.
Hoy día nos quejamos de la falta de vocaciones al sacerdocio, a la vida religiosa, de fieles en las celebraciones religiosas, de adoradores del Santísimo Sacramento. Y sin embargo andamos inmersos en reuniones, estudios y discernimientos sobre documentos y formas de practicar la religión, ¿y no sería más sencillo admirar su palabra, ponernos al servicio de los demás, compadecernos de quien necesita y cumplir con el mandamiento nuevo del amor?
Señor, seguramente no pedimos con fuerza el envío de tu Espíritu, para poder seguirte como tú quieres, para ser trabajadores eficaces que te anuncien, se compadezcan, perdonen y sean misericordiosos. Por eso te rogamos que mandes trabajadores que nos guíen para no andar como ovejas sin pastor.
Adorado sea el Santísimo Sacramento.
Sea por siempre Bendito y Alabado. FVR.
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