Evangelio del día 1 de Octubre de 2025.

Lucas 9, 57-62
En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, le dijo uno: «Te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le respondió: «Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza».
A otro le dijo: «Sígueme». Él respondió: «Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre”. Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios».
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa». Jesús le contestó: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios».
Hoy nos fijamos en la frase:
“Sígueme”
Hoy vemos que Jesús sigue haciendo el camino encomendado por el Padre enseñando a discípulos.
Nos pone tres ejemplos de adhesión y ganas de seguirle.
En dos casos son ellos los que se ofrecen y en el otro es Jesús quien llama.
Observamos que esos discípulos ponen una gran decisión y entusiasmo, pero los tres le ponen alguna condición, alguna pega, alguna duda, algo que hacer antes de seguirle o para seguirle.
Seguir a Jesús a donde quiera que vaya. Ya sabemos lo que supone si entendemos bien sus enseñanzas. Tendremos que olvidar comodidades, seguridad mundana, lujos, poder y riquezas, propiedades y familia. Esta austeridad que nos pide para seguirle no significa, desprendimiento y desafección total, sino poner siempre por delante el anuncio del Reino de Dios.
Sígueme. Es una llamada directa al corazón. Si de verdad creemos en Él, el seguimiento tiene que ser incondicional, exigente con nosotros mismos. Pero eso no quiere decir que tengamos que abandonar totalmente el amor a la familia, que no podamos ir a enterrar ni a los seres queridos, sino que lo que nos pide es algo más profundo, más radical. Lo que quiere es que nuestro seguimiento sea una obligación con mucha más fortaleza que cualquier otra obligación.
Te seguiré, Señor. Pero déjame… La contestación de Jesús, no es que olvides y no te despidas siquiera de los tuyos. Lo que nos dice es que seguirle supone ir y mirar siempre hacia adelante, no mirar nunca atrás. Aquí tendríamos que detenernos a meditar y no pararnos a mirar sobre la vida ya pasada, sobre cómo se hacían las cosas antes, sobre si las cosas se hacían mejor o peor. Lo que nos pide el Señor es mirar siempre adelante, caminar siempre a su lado, confiar en Él y aceptar y adaptar los cambios a la sociedad actual con esperanza y verdadero amor a Dios y los hermanos. Ser cristianos de nuestro tiempo.
Señor, queremos seguirte sin mirar atrás, sin entretenernos en las cosas de este mundo e ir donde tu vayas y nos necesiten nuestro hermanos más necesitados.
Adorado sea el Santísimo Sacramento.
Sea por siempre Bendito y Alabado. FVR.
Deja una respuesta